«Nadie representa hoy a la clase obrera en el parlamento»

Julián Ariza (Madrid, 1934) es la historia viva de CCOO. Junto a Camacho, a principios de los años 60, comenzó a construir en la fábrica de motores Perkins el primer sindicato del país. Le contemplan años de cárcel, años de huelgas y años de clandestinidad.

La Fundación Primero de Mayo acaba de editar su libro de memorias. Es un repaso por un periodo transcendental de la historia de España que a menudo se olvida. Sin duda, por los cambios sociales que ha sufrido este país en las últimas décadas. Pero también por una amnesia colectiva en torno a los orígenes y a los nombres que hicieron posible la actual democracia. Como dice Ariza, una auténtica novedad desde los fenicios. Su memoria sigue siendo prodigiosa y recuerda con precisión —todavía con un tono ciertamente mitinero— algunos de los momentos que explican la naturaleza del sindicalismo español. 

PREGUNTA. Usted es uno de los fundadores de CCOO, y parecía el heredero natural de Marcelino Camacho, ¿por qué razón no le sucedió? En el libro se dice que tuvo que ver con su posición a favor de Santiago Carrillo. 

RESPUESTA. Lo que ocurrió es que Marcelino, en un momento determinado, fue como si no hubiera reconocido el liderazgo de Carrillo, y de alguna manera terminó enfrentándose de forma bastante abierta por asuntos como el Estatuto de los Trabajadores o la huelga general frustrada de 1979. Hay una serie de hechos que son los que le llevan a justificar su propia dimisión y a introducir en el sindicato un régimen de incompatibilidades excesivo. Marcelino consideraba que yo era su sucesor natural, y me lo dijo, pero también me dijo que yo, de alguna manera, me tenía que desligar de mi compromiso con la dirección del PCE. Yo le dije que en eso teníamos una cierta diferencia, pero que él debía seguir siendo secretario general porque no llevaba tantos años y era el líder natural. La segunda vez que hablamos, fue muy agresivo conmigo y me dijo que me estaba suicidando. Me dio a entender que esa identificación mía con Carrillo impedía que yo pudiera sucederle. Le respondí que deberíamos elegir a una generación siguiente a la mía, como un distanciamiento de la etapa en la que luchábamos contra la dictadura. 

P. Usted dice en el libro que quien realmente fundó CCOO, en el plano político, no en los tajos, fue Santiago Carrillo.

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