La afiliación de las empleadas de hogar se hunde tras el alza del SMI y vuelve al nivel de hace 14 años
La literatura económica no es clara sobre las consecuencias que tiene la subida salario mínimo (SMI) en el empleo, pero las estadísticas son reveladoras, y cuando se analiza cómo ha evolucionado la ocupación en sectores tan sensibles a los incrementos del indicador como las empleadas de hogar o los trabajadores del campo los datos no acompañan. El mercado de trabajo no se está comportando de forma lineal y el récord de más de 21 millones de ocupados tiene sus luces y sus sombras.
Desde que en 2019 el Gobierno de Pedro Sánchez comenzara a incrementar el salario mínimo este ha crecido un 60%, y en el mismo periodo las empleadas de hogar han perdido casi 70.000 puestos de trabajo y más 100.000 que se ha dejado por el camino la agricultura, lo que aproxima la pérdida de ocupación conjunta hacia los 200.000 en seis años. Sin olvidar el impacto que ha tenido el alza de costes en el bolsillo de familias y pensionistas, que también ha estado alimentando el declive de las trabajadoras domésticas.
En abril había 348.667 personas cotizando en el régimen de empleadas de hogar, la cifra más baja en 14 años; en el caso del sector agrícola, ganadero y en la pesca, la ocupación (1.049.814) es la más baja desde 2022, aunque no ha dejado de caer el empleo en décadas. La meteorología, los precios, los costes y la falta de ayudas no han dado tregua; en el de las trabajadores del hogar, mujeres en el 95% de los casos, el incremento del SMI primero, y el Covid después, llevaron al colectivo a su nivel más bajo desde 2012 y de ahí no se han movido. Este último año estas trabajadoras pasaron a formar parte del régimen de asalariados del sistema; antes contaban con un régimen propio, similar al de los autónomos.