
El gazpacho sevillano se ha convertido, junto al salmorejo cordobés o el ajoblanco malagueño, en platos estrella de la gastronomía andaluza. Por eso resulta paradójico que los empresarios andaluces no le hayan sacado partido a un producto de moda y en auge que se fabrica de manera industrial en buena parte del levante.
Ver artículo completo en El Economista
https://aeef-ejecutivos.online