El calvario de las herencias familiares: ¿qué pasa si su hermano no quiere vender la casa?

La venta del proindiviso, es decir, de una parte de la vivienda, permite poner fin al problema rápidamente, aunque es una operación con la que se pierde dinero

Una vivienda heredada, varios beneficiarios y un extenuante y doloroso desacuerdo entre los que quieren vender la casa y los que no. Son los vértices de un conflicto habitual en las familias españolas. A más de uno le sonará el cuento porque la transmisión de viviendas por herencias está en máximos. El INE ha contabilizado más de 107.073 transacciones de este tipo en el primer semestre, la cifra más alta de la serie histórica y un 3,7% más que en el mismo periodo del año anterior. Consecuencia de esto es que ha aumentado la venta de proindivisos a empresas. Estas compran la parte de la casa de uno o varios copropietarios, esos que quieren deshacerse del inmueble y del problema.

Pero antes de tomar este camino, suele haber un largo periodo de negociación y desgaste entre los familiares que heredan un piso. Hay dos bandos: los que quieren vender y los que no. El primer paso para terminar con esa relación de copropiedad, que los propios tribunales consideran anómala, consiste en enviar un burofax al heredero que se niega a desprenderse de la casa y ofrecerle varias opciones: que compre la totalidad de la propiedad o vender de mutuo acuerdo la vivienda a un tercero y repartir el dinero en función de la cuota de propietario. Estas son las soluciones más razonables y lucrativas. El problema es que han crecido los casos de hijos que vivían en casa de su madre, ahora fallecida, y que no tienen ninguna intención de hacer las maletas (tampoco de pagar alquiler ni mantenimiento).

De no aceptar el heredero díscolo ninguna de estas dos opciones, los familiares tendrán que iniciar un procedimiento de acción de división de la cosa común ante los tribunales de justicia. “El juez declarará la extinción del condominio que existe entre los copropietarios y, tras declarar la indivisibilidad del inmueble en la misma sentencia, ordenará su venta en subasta pública judicial. La subasta del bien inmueble es la herramienta que un juez tiene para terminar con una relación de copropiedad (artículo 404 del Código Civil), que el Tribunal Supremo entiende como no definitiva, poco rentable y desfavorable para las partes”, señalan en GJ Defensa Legal, bufete especializado en estos asuntos. El procedimiento jurídico hasta la subasta se puede demorar de dos a tres años, en función de la rapidez de cada juzgado.

Sin embargo, es frecuente que cuando el familiar en desacuerdo recibe la demanda y conoce las consecuencias se asuste y termine por negociar. “Se puede acordar retirar la demanda y poner la vivienda en una inmobiliaria o que la compre uno de los hermanos porque, si el procedimiento no se para a tiempo, la subasta de la vivienda tendrá lugar, con las consecuencias que esto tiene para el propietario que ha provocado la misma”, cuenta Mateo Andrés Rivilla, director de Comunicación de GJ Defensa Legal.

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