Silicon Valley, en el punto de mira

Kamala Harris, hija de inmigrantes jamaicanos e indios, es la primera mujer negra y la primera asiático-estadounidense en ser nominada a la vicepresidencia de Estados Unidos. Junto con el también demócrata Joe Biden se ha comprometido a devolver la economía, sobre todo, en protección social e igualdad, a los terrenos de Barack Obama. La onda de transformación, si el martes 3 de noviembre ganan las elecciones a la Casa Blanca, dejará vencedores y vencidos en las empresas.

Pese al cinismo de la política —»a menudo, las promesas de campaña no se cumplen», recuerda Libby Cantrill, directora de asuntos públicos de la gestora Pimco—, algunas compañías podrían enfrentar días inclementes. En 2019, en una entrevista en la CNN, Harris defendió la idea de “romper” Facebook. Sin embargo, los magnates de Silicon Valley han respirado tranquilos al leer la noticia de su nombramiento en sus móviles. Las propuestas de otros candidatos demócratas como Susan Rice o Tammy Duckworth —que mantenían menos contacto con la industria tecnológica— eran más duras. Elizabeth Warren, por ejemplo, no solo es partidaria de trocear la red social, sino también Google. Por lo que las alabanzas se han derramado como miel. “¡Joe Biden, has hecho una gran elección!”, tuiteó el 11 de agosto Laurene Powell Jobs, multimillonaria y viuda de Steve Jobs. Incluso Sheryl Sandberg, lugarteniente de Mark Zuckerberg en Facebook, escribió en su Instagram: “Es un gran momento para las mujeres negras y para todas las chicas del mundo”. Nadie lo duda. “Pero existe mucha presión, sobre todo del ala más progresista demócrata, para que las tecnológicas paguen más”, advierte Carlota García, investigadora principal de Estados Unidos del Real Instituto Elcano.

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