La doble crisis de los trabajadores de la economía sumergida, un negocio de 300.000 millones

A su paso, la pandemia del coronavirus no ha dejado títere con cabeza. Ha impactado en la economía con tal brutalidad que ha colocado a España de un plumazo en las postrimerías de la Guerra Civil. La onda expansiva de la crisis ha sido de tal calibre que ha golpeado con dureza inusitada en la línea de flotación incluso de la economía sumergida, un negocio que en nuestro país mueve casi 300.000 millones de euros al año y recluta a un ejército de personas.

El confinamiento de la población, primero, y, más tarde, las restricciones a la movilidad para combatir el avance del coronavirus han colocado en el filo de la navaja al turismo, la restauración, la construcción y el comercio, sectores en los que la economía sumergida campa a sus anchas. Ante este panorama nada halagüeño, la crisis ha sido más severa para los empleados de la economía opaca y ha dejado, en algunos casos, a miles de trabajadores en el paro y sin protección alguna y, en la inmensa mayoría, con prestaciones por ERTE exiguas.

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