Bufé libre de un billón de euros

La segunda subasta del BCE dará tranquilidad al mercado esta semana y suavizará el problema de la banca. La economía real no se beneficia: no hay crédito

Mario DraghiEuropa tiene un viejo problema por resolver. Y nada menos que en sus bancos, el principal engranaje del sistema circulatorio de la economía.

Cinco años después del inicio de una crisis de múltiples caras, la banca europea no ha sabido resolver el estropicio que tiene en sus tripas, pese a haber engullido miles de millones de euros en inyecciones de liquidez barata o directamente con salvavidas de los Estados y bancos centrales. El dinero público siempre ha estado disponible, al rescate de los bancos. Y aun así en los balances hay todo tipo de basura: la antigua (activos tóxicos, empacho de ladrillo) y la nueva (la deuda pública, que antes era la inversión más segura del mundo y ahora es un dolor de cabeza). Nadie sabe cómo están los bancos. Y solo el Banco Central Europeo (BCE) ha sido capaz de evitar un accidente a lo Lehman Brothers: primero con una lluvia incesante de dinero y con la tímida compra de bonos; últimamente, con Mario Draghi en la presidencia, con un enfoque renovado capaz de torear la ortodoxia alemana: con una multimillonaria subasta de liquidez, una auténtica barra libre (casi medio billón de euros) que ha evitado el caos en la banca y en la deuda pública y, como poco, ha servido para ganar tiempo. Mucho tiempo (tres años) y a buen precio para los bancos (apenas el 1% de interés).

El miércoles llega la segunda edición de ese bufé libre. Lo más probable es que la banca repita y se enchufe medio billón más, aunque las cifras no están claras: hay analistas que piensan que serán solo 350.000 millones. Otros creen que se puede llegar al billón, porque el BCE ha puesto todo tipo de facilidades. De esos números pueden extraerse todo tipo de consecuencias sobre la resistencia del sistema bancario y sobre el estado de salud de la economía. Las fuentes consultadas coinciden en que de esa segunda subasta depende la tranquilidad de los próximos meses, a la espera de que Bruselas dé un paso adelante definitivo para resolver este endiablado rompecabezas que supone una crisis que afecta a los mercados financieros y a la economía real, a la deuda y al paro, a cualquier cosa que se analice en estos tiempos de enorme incertidumbre.

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